Los cristianos ortodoxos llenaron las iglesias el viernes por la tenebrosidad para los servicios de Nochebuena, un feriado eclipsado para muchos por el conflicto entre los vecinos ortodoxos Rusia y Ucrania.
El patriarca Kirill, líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, la denominación ortodoxa más alto del mundo, dirigió servicios elaborados en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, con docenas de sacerdotes y oficiantes ataviados con ricas vestimentas balanceando incensarios humeantes y cantando la culto.
Un día antaño, Kirill pidió un parada el fuego de 36 horas en Ucrania, que el presidente ruso, Vladimir Putin, aceptó pero que los funcionarios ucranianos despreciaron como un intento de permitir que las fuerzas rusas se reagruparan.
Los residentes de Kyiv se aventuraron en una ligera capa de cocaína para comprar regalos, pasteles y comestibles para las celebraciones familiares de Nochebuena, horas a posteriori de que se suponía que había comenzado el parada el fuego.
En un mensaje de video, el presidente Volodymyr Zelenskyy elogió a los ucranianos como “unidos como nunca antaño” y lamentó que el conflicto haya obligado a muchos a darse las tradiciones populares navideñas que prohíben coser y cazar.
“Está prohibido coser y tejer, pero tejemos redes de camuflaje y cosimos chalecos antibalas, venciendo el mal. Nuestros ancestros no salían a cazar en estos días, pero luchamos para no convertirnos en presa y para vencer a la bestia”, dijo.
Los ucranianos, al igual que los rusos y los rusos ortodoxos en algunos otros países, observan convencionalmente la Navidad el 7 de enero. Pero este año, la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, que no está alineada con la Iglesia rusa y es una de las dos ramas de la conformidad en el país, acordó permitir que los fieles celebren el 25 de diciembre. Muchos lo hicieron así, pero otros se aferraron a las viejas costumbres.
Putin asistió a los servicios en la Catedral de la Revelación, una de varias iglesias en los terrenos del Kremlin.