La comicios de escapar de un régimen opresivo dejando el país de uno invariablemente provoca una gran cantidad de fariseísmo entre los opositores al régimen que se van y los que se quedan. La amarga ruptura que a menudo se desarrolla entre personas que deberían estar del mismo costado pero que tomaron diferentes decisiones existenciales es una trofeo para tales regímenes.
NUEVA YORK – No está exactamente claro cuántos rusos han dejado su país desde el manifestación de la conflagración contra Ucrania. Algunos dicen más de un millón, otros dicen menos. Pero los números absolutos pueden ser menos importantes que el calibre de muchos de los que se van. Se encuentran entre los rusos más educados: escritores, informáticos, periodistas, cineastas, músicos, académicos, actores, etc.
Algunos se van porque no tienen otra opción. Periodistas críticos con la conflagración, como Yevgenia Albats, editora de los nuevos tiempos, tuvo que huir para evitar ser arrestado por difundir “telediario falsas” o ser “agentes extranjeros”. Otros se van porque encuentran insoportable la vida internamente de la Rusia de Putin.
Olga Smirnova, primera danzarina del Ballet Bolshoi, se mudó a Amsterdam. Dijo que “nunca hubiera pensado” que estaría “avergonzada de Rusia”, pero que la conflagración hizo impracticable que se quedara. Cientos de miles de jóvenes huyeron ayer de la nuevo “movilización parcial” del presidente Vladimir Putin, en emplazamiento de arriesgarse a ser enviados a pelear en una conflagración que nunca quisieron.