El conflicto total está aumentando, inflamado por la desigualdad y la desinformación. Pero encuestas recientes sugieren que Estados Unidos tiene mucho trabajo por hacer en casa en uno y otro frentes antiguamente de poder difundir los títulos liberales en el extranjero.
CHICAGO – El mundo ahora es refrendador de la anciano cantidad de conflictos violentos prolongados desde el final de la Segunda Querella Mundial, y la desigualdad y la desinformación están alimentando la agitación. Los formuladores de políticas que buscan frenar la violencia deberían considerar las actitudes de sus propios ciudadanos sobre la desigualdad y la desinformación. En los Estados Unidos, una averiguación fresco del Instituto Pearson de la Universidad de Chicago y el Centro de Investigación de Asuntos Públicos AP-NORC sugiere que queda mucho trabajo por hacer.
Las víctimas de la violencia total trascienden las fronteras sociales, económicas y geográficas. Encima de la refriega entre Rusia y Ucrania, hay cerca de 30 conflictos en curso en todo el mundo. Sin posibilidad a la clarividencia, estos conflictos han desplazado a cerca de 84 millones de personas. Incluso si la lucha se detiene en algunas de estas regiones, la crimen y el trauma seguirán impregnando muchas comunidades, desarraigando a las familias y disolviendo los lazos sociales. Estos conflictos destruyen hábitats y marcan profundamente el bienestar generacional, creando ciclos de violencia que se extienden de concepción en concepción.
Uno de los principales desencadenantes de estos conflictos es la desigualdad social. Aunque no es tan comprensible de observar como el número de muertos o las fronteras cambiantes, la desigualdad sigue siendo profundamente intratable. El historiador de la Universidad de Stanford, Walter Scheidel, sostiene que la desigualdad ha estado profundamente arraigada desde la Momento de Piedra y rara vez desaparece sin paroxismos de violencia.