ESTA temporada es, por supuesto, un momento de buena voluntad para todos. Se manejo de dar: ofrecer obsequios a sus seres más cercanos y queridos, preparar comida para familiares y amigos y tal vez donar a una ordenamiento benéfica que ayude a las personas en una posición menos afortunada. Pero además puede ser un momento en el que te fijas estándares altos. Cualquier comida vieja no sirve, tiene que ser increíble y además los bocadillos, el morapio y el árbol. Tus esfuerzos por hacer que todos los demás la pasen adecuadamente pueden dejarte sintiéndote fatigado.
Entonces, ¿qué tal un poco de buena voluntad para nosotros mismos? No estoy hablando de autocomplacencia y autoobsesión, sino de autocompasión. No significa lanzarse que siempre eres formidable y nunca te equivocas. Significa aceptar que eres humano y que, como todos, haces lo mejor que puedes pero a veces cometes errores. Investigaciones recientes muestran que la autocompasión es esencial para nuestra sanidad mental y, como explico en mi nuevo tomo Las claves de la bondadestá remotamente de ser egoísta porque puede dejarte en una mejor posición para ser amable con los demás.
Los científicos tienen varios métodos para valorar la autocrítica y la autocompasión, pero la mayoría viaje en torno a escalas de autoinforme. Como ejemplo, considere las siguientes afirmaciones. ¿Alguno de ellos te suena cierto?
“Temo que si me vuelvo más amable y menos crítico conmigo mismo, mis estándares caerán”.
“Avanzar en la vida se manejo de ser duro en espacio de compasivo”.
“Cuando trato de sentirme amable y cálido conmigo mismo, me siento un poco infructifero”.
Estas afirmaciones son parte de una escalera psicológica ideada por Paul Gilbert en…