Primaveras de progreso trascendental en salubridad, riqueza, educación y la profundización de las interconexiones globales han hecho que la masa esté mucho mejor en normal. Pero el mundo ha entrado en un nuevo período de turbulencia, y queda por ver qué nuevas reglas e instituciones surgirán de él.
SYDNEY – Hay algunas décadas en las que solo ocurre el valencia de un año de cambio, y algunos primaveras en los que ocurre el valencia de una término de cambio. Los últimos tres primaveras, marcados por la pandemia de COVID-19, la invasión rusa de Ucrania y una crisis del costo de vida en toda regla, todo en un contexto de tensiones geopolíticas intensificadas, ciertamente siente como este posterior. De hecho, se siente muy similar a los primaveras que rodearon la crisis del petróleo de principios de la término de 1970, a posteriori de lo cual la estabilidad tardó unos 20 primaveras en retornar. ¿Podemos escribir una nueva novelística del progreso más rápidamente esta vez?
Hemos pasado por grupos de eventos desafiantes ayer. Los tres que se destacan son las secuelas inmediatas de la Segunda Hostilidades Mundial (1944-46), la crisis del petróleo de 1971-73 y la disolución del imperio soviético (1989-92). Como un terremoto, cada uno cambió el panorama integral con la repentina fuga de poderosas fuerzas subyacentes que se habían estado acumulando rodeando de una tilde de defecto. Cada uno igualmente cambió las reglas que rigen las características esencia de nuestro mundo, marcando el eclosión de una nueva era. Pero, a pesar de todo, el progreso ha continuado.
Entonces, ¿estamos ahora en la cúspide de una nueva era? Para objetar a esa pregunta, un nuevo artículo del McKinsey Total Institute considera cinco dimensiones principales del mundo coetáneo: el orden integral (las instituciones, los marcos y las reglas que dan forma a los asuntos internacionales); tecnología (las plataformas y ciencias aplicadas que posibilitan el crecimiento y la innovación); datos demográficos (tendencias importantes y contornos socioeconómicos entre poblaciones); medios y energía (los sistemas de transporte y conversión de energía y materiales para su uso); y capitalización (los impulsores de la propuesta y la demanda integral, y las trayectorias generales de las finanzas y la riqueza).