Cedido que las perspectivas para las relaciones chino-estadounidenses siguen siendo sombrías, la compañía de fabricación de semiconductores de Taiwán (TSMC), indispensable a nivel mundial, está explorando silenciosamente sus opciones. Atrapado en medio de la competencia entre las grandes potencias del siglo XXI, su futuro dependerá de recrearse un grupo dadivoso e inteligente.
CAMBRIDGE – A menudo conocido como el “Escudo de silicio”, Taiwán produce un asombroso 65 % de los semiconductores del mundo y más del 90 % de los chips de viso ingreso. Como tal, ninguna empresa es más singularmente importante para la caudal integral que TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). Los microchips avanzados de TSMC son indispensables para iPhones, dispositivos médicos, plataformas de impulso de misiles y muchas otras tecnologías, y en gran medida no tienen rival. Los países y las empresas que no pueden rendir los semiconductores más avanzados de TSMC simplemente no pueden desarrollar ciertas tecnologías críticas. De este modo, las decisiones de la empresa pueden influir directamente en asuntos de seguridad integral.
Con las sombrías perspectivas para las relaciones chino-estadounidenses, TSMC anunció planes para trastornar $ 40 mil millones para construir una segunda planta de fabricación en Arizona, donde fabricará chips de tres nanómetros (la primera planta, para chips de cuatro nanómetros, está programada para estar índice). y funcionando en 2024). La audacia de la compañía de ubicar más producción en los Estados Unidos es comprensible ahora que las tensiones sobre Taiwán han tomado el centro del escena. Tras la reconocimiento de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla en agosto, China llevó a punta ejercicios militares agresivos sin precedentes, lanzando misiles cerca de la isla y simulando un cerco en el Rígido de Taiwán.
Luego, en octubre, la establecimiento del presidente de los EE. UU., Joe Biden, anunció nuevos y radicales controles de exportación diseñados para paralizar la capacidad de China para producir chips avanzados y apañarse otras manufacturas de ingreso tecnología. Aunque China ha invertido masivamente en la producción doméstico de chips, los resultados han sido decepcionantes. Ahora que el presidente Xi Jinping ha asegurado un tercer mandato como líder de China, su régimen podría tomar represalias rescindiendo los contratos de las empresas tecnológicas estadounidenses para construir centros de datos para los gobiernos provinciales.